Antes marta que sencilla, moda sustentable
La ropa que usamos nos representa. Habla sobre nosotros, refleja nuestra personalidad, revela quiénes somos. Nos diferencia.
Actualmente podemos elegir ser consumistas, persiguiendo las últimas tendencias y comprando ropa de manera compulsiva. O podemos optar por la moda sustentable, eligiendo marcas de manera más consciente y responsable.
Como ya sabemos, la industria textil es la segunda más contaminante del planeta después de la petrolera. Muchas marcas utilizan recursos no renovables para producir una gran cantidad de prendas, que rápidamente pasan de moda y se descartan. Así nos incitan a consumir sin parar, mientras dañan (y dañamos) el medio ambiente. Esto se conoce como fast fashion.
En cambio, la moda sustentable o slow fashion apuesta por el reciclaje y por la ropa de segunda mano o vintage. Por lo general estas prendas tienen precios accesibles, están hechas con materiales de calidad, entonces duran más y contaminamos menos.
Un ejemplo de slow fashion es Antes marta que sencilla, un emprendimiento que se define como: una resistencia a la moda descartable, una feria vintage que cree que toda ropa pasada fue mejor, una forma sustentable de vestirse con tesoros que quizás fueron de otras personas y que pueden seguir siendo amados y usados por quien guste de ellos.
En su tienda podemos encontrar indumentaria nueva, usada y de segunda mano. Abrigos, pantalones, camisas, chalecos, faldas, polleras pantalón y vestidos. Todos los productos son únicos. Provienen de fábricas que cerraron sus puertas, de ferias americanas, de galpones, de viajes.
Eli (la dueña de Antes marta que sencilla) cuenta que de chica -como muchos de nosotros- heredaba la ropa de sus hermanos o primos mayores. Pasó el tiempo, fue creciendo y acumuló ropa que empezó a vender. De ahí surgió la idea de crear su propio negocio. Hoy trabaja de lo que le gusta, de manera independiente, siendo su propia jefa, llevando adelante una marca alineada con sus valores.
“Creo que hace años estaba mal visto usar ropa usada. Hoy está ganando terreno, se le da otro valor. No sólo por la originalidad, sino también por la calidad de las telas. Son telas que ya no existen. Tengo vestidos de mi bisabuela que están impecables y estoy hablando de 80 años atrás”, cuenta.
Además, explica que mucha gente está eligiendo ropa vintage o de segunda mano porque los costos de la vestimenta en los shoppings son altísimos.
“Otro factor es el de la consciencia, la responsabilidad ambiental. Las personas están notando que los recursos se están acabando. La cantidad de ropa que se fabrica es irrisoria. Con toda la que ya hay no es necesario comprar algo nuevo”, concluye.
Dicho todo esto, te invitamos a revisar tu placar y a donar o vender lo que ya no uses.